Hoy es día 8 de septiembre. Ya hace
más de un año que llegué a Tailandia. Aún no me lo creo. Llevo un
rato en la terraza. Se levantó un aire buenísimo y con el atardecer
se estaba genial. El cielo estaba de diferentes azules. Me di cuenta
entonces, cómo me gustaría haber compartido ese momento con alguien
especial.
Esta mañana, aún en la cama, me puse
a leer el libro de Haruki que estaba leyendo: Baila, baila, baila. De
repente, el libro se acabó ;) Pensé que aún me quedaban algunas
páginas, pero al poco de estar leyendo, se acabó. Me sorprendí pero me dije: es cierto, tiene sentido. Una historia bonita, una historia de amor y
soledad, propia de mi propia historia.
Antes de empezar el libro tuve cierto
presentimiento. Tenía varios para empezar pero ese me estaba
llamando. Desde que empecé las primeras páginas, vi la relación:
un hombre que se dedica a la edición de textos, es autónomo y vive
en Tokyo pero su vida no tiene rumbo ni sentido, Es incapaz de estar
con ninguna mujer porque ninguna le hace sentir nada. Bajo una
circunstancia, un hotel, y su rumbo cambia. Seguirá la llamada de
algo, del destino. Le reclamaban en el hotel, o quizás eran sus
propias ganas de cambiar el rumbo y fue él mismo el que se llamó.
Me gustan las historias que tienen varias interpretaciones. Aquellas
que después de que te las cuentan, no hay una verdad absoluta,
porque en la vida no hay nada blanco o negro, todo es gris!
Así que el libro me gustó, me sentí
parte de él, como si a veces me describiera un poco. Además el
libro es enriquecedor a nivel musical: hace muchas referencias a
grupos de música de los 60 y setenta: Ray Charles, Ricky Nelson, Brenda Lee, Chuck Berry, Jimmy Gilmer, The Vel-Vikings, Eddie Cochrna, Elvis, etc.
Y después del libro, me propuse ir al
gimnasio, pero como no, cuando llegué allí, el gimnasio estaba
cerrado por obras. Es alucinante este país, siempre todo está en obras. Hay un mejunje con todo que ni ellos se aclaran.
Agárrense porque dentro de poco (en mi opinión), pegarán un gran
batacazo económico. Pues a lo que voy, que aquí te levantas un día y de repente, la
peluquería que había ayer ya no está y resulta que ahora hay un restaurante. En
serio, es alucinante. En cuestión de semanas, nuevos negocios se
abren y los viejos pasan a la historia. Total, que al parecer, el gimnasio estaba
cerrado por reformas. No hace ni seis meses lo cerraron
también para reformar la piscina, la cual está siempre verde, así
que bueno, ¡vaya reforma! Al ver el gimnasio cerrado, no supe qué
hacer. Jode mucho que por un día que decido hacer deporte,
el destino me ponga trabas. Así que fui a echar un café y mientras,
pensé en aquello que me apetecía hacer. Pensé en ir a otro
gimnasio y probar, pero me jode gastarme entre 5 y 6 euros para una
hora y media; pensé en rendirme y que le dieran por saco al deporte;
pensé en volverme a la cama, etc…pero lo que más me apetecía,
asombrosamente, era hacer deporte. Más bien, correr al aire libre. El
tiempo estaba perfecto: no mucha calor, nublado y un poco de airecito.
Tomé el café y cogí la moto en dirección a las montañas. Dejé
la moto en un edificio que hay cerca de donde está la ONG, y empecé
a correr. Aquella zona es muy tranquila y bonita. Hay casas grandes y
bonitas y terrenos sin construir. Me sentía un poco en medio de la
selva: mucha humedad, plataneras, arbustos, palmeras… toda una
gozada correr por aquella zona. Mientras escuchaba a Rufus Wainright.
Normalmente, cuando corro, escucho música con tempo un poco
acelerado para no dormirme en el trayecto, pero fue encender el mp3,
escuchar Rufus y decidí dejarlo. Entonces sonaba Barcelona, una
bella canción que hizo que recordara mis orígenes y lo mucho que los
adoro. De repente, me cruzo con un chico en una bicicleta, un chico
tailandés posiblemente, y me dedica una preciosa sonrisa al paso de
nuestras miradas. Quince minutos más tarde, empezaba a chispear y la
mañana se volvía incluso más especial. La sociedad nos ha vuelto
tan cómodos que a veces parece que le tenemos aversión a la lluvia,
un fenómeno tan natural e inofensivo. Es precioso andar o correr
bajo la lluvia. Tu cuerpo se envuelve de frescor, un frescor que va del
cielo a la tierra. Notas que el agua te cala, te moja, y parece que
estés en contacto absoluto con la naturaleza. ¡No sé chicos, a mí
me fascina!
Unas horas más tarde me fui a comer
algo sano. Me apetecía comida de un vegetariano que tengo cerca de
casa donde todo está delicioso, pero llegué y estaba a reventar, de
hecho, nunca lo había visto igual, así que tuve que improvisar y fui
a oro vegetariano, pero nada que ver, ¡absolutamente nada! Entonces
empecé otro libro de Murakami: La caza del carnero salvaje.
Y ahora estoy aquí en casa, en la
habitación esperando a que me llamen. Hoy me siento sola. Bueno,
llevo unos días que me siento sola. Pienso en el por qué, y siempre
es el mismo: hombres y amor. Cada vez que conozco a alguien que me
importa un poquito, me desmorono como un castillo de naipes. Parece
que no sé donde está el principio ni el fin, pierdo el camino.
Empiezo a pensar en él y con él, y me cuesta parar. El amor me
desequilibra totalmente. Cuando estoy sola, estoy la mar de a gusto,
pero a la que alguien “con razones” a priori, se cruza en mi
camino, me desestabilizo. Como siempre, dudo de si estoy hecha para
amar y ser amada por una pareja; dudo de si algún día podré
compartir mi vida con alguien. ¡Buenas noches a todos!