TIEMPOS REVUELTOS
¿Cómo empezar? ¡Cuánto tiempo! Hace semanas que siento la necesidad
de escribir, escribir historias, escribir sobre mí pero no logro decidirme, me
cuesta pensar cómo ordenar tanta palabra, cómo acertar con el vocablo perfecto,
cómo reflejarlo en el papel, o mejor dicho: en la pantalla; hacer coincidir las palabras con los sentimientos para que todos podáis entender cómo me
siento. Allá voy:
Hoy he decidido que voy a hablar de mí. Sí, lo he decidido
porque es mi blog, es mi manera de escribir y es mi vida; mi cerebro el
que la maneja y el que intenta ordenar todo este caos para que tenga
sentido. Quiero hablar de mí para que sepáis quién soy, que podáis
llegar a comprender mis actos sin cuestionaros el porqué: elporquédeBrendahaceestoolootro.
Recuerdo poco de mi infancia, poco, bastante poco, imágenes y
algunos hechos. Me asombra cuando conozco a personas que me cuentan una
amplia variedad de detalles, de recuerdos, de experiencias que
no olvidan. Como si para ellos, en su memoria, el tiempo no hubiese pasado. Eso me hace sentir aún más pequeña de lo que soy. ¿Porqué no
recuerdo apenas nada? ¿Será mi memoria o es que la mayoría de cosas no
fueron interesantes? O, ¿simplemente que no les presté la debida atención?
Bueno, ahora ya todo eso no importa, sea por lo que
sea, recuerdo poco. Recuerdo el coche eléctrico que nos regalaron a mi
hermana y a mí un año para reyes. Recuerdo las peleas con mi hermana,
peleas con puño en mano. Mi hermana siempre se comportaba como un
pequeño demonio masculino, sí, así la identificaría yo, un
pequeño-demonio-masculino. Me gusta.
No recuerdo cuando nació, eso es comprensible, ¿verdad? Por aquel
entonces yo tenía un añito y medio, y bueno, creo que se ha demostrado
que no soy un super natural human being, así que no lo recuerdo. Pero sí recuerdo cuando crecimos juntas, y cómo nunca respondía por
su nombre cuando la llamabas. Mi hermana vivía en otro mundo, el
mundo de las consolas, los balones de fútbol y los dibujos
animados. Se pasaba el día viendo Son Goku u Oliver y Benji. Jugaba
con todo de tipo de objetivos redondos, llamémosle: balón de fútbol, basket,
petanca, cabezas de muñecos, etc. Le encantaba crear peleas con todo
tipo de juguetes. Recuerdo que le encantaban los Caballeros del
Zodíaco y los exaclextric.
Hace poco nos acordábamos juntas de la hostia que nos pego mi madre una
vez, la única vez. Nos pasábamos el día peleando y de repente un día, mi madre, en una de las peleas, vino y
nos pegó una buena bofetada a cada una. Creo que aún puedo sentir el dolor. Nos quedamos tan asombradas que ese hecho marcó el fin de nuestros enfrentamientos. Moraleja: una hostia bien dada en un momento dado puede cambiar el rumbo de la historia.
Seguimos creciendo y madurando y ahora la adoro como a nadie en
este mundo. Es lo mejor que tengo y aunque viva lejos de ella, estamos
muy cerca.
Yo siempre fui una niña muy responsable, una buena niña, vaya. Me
gustaba ir al colegio, me encantaban los septiembres porque el cole
empezaba otra vez. Y hoy día me sigue gustando estudiar y aprender.
Quizás es culpa de mi ascendente: géminis. Bueno, eso dice mi horóscopo:
"ganas continuas de seguir aprendiendo". Acabé el colegio con muy buenas
notas y entonces decidí estudiar derecho. Pensé que sería divertido ser
fiscal, sin saber bien bien qué era eso del derecho y a qué territorios
me llevaría.
Pasamos tres años juntos y fueron bonitos,
llenos de nuevas experiencias. Pero llegó un momento en que para mí todo se estancó. Sentí que
estaba dentro de un matrimonio: suegros los fines de semana, saliditas a
la montaña, hoteles bonitos, etc.
Entonces tocaba empezar la universidad, y digo toca porque en este país toca, no te dejan pensar, a los 18 tienes que estudiar algo, si no, serás un completo perdedor! Empecé la universidad y tuve que
buscar un trabajo. Eso me llevó a trabajar de camarera otra vez.
Mi
primera experiencia como camarera fue a los 15 años cuando trabajé en una cafetería de
mi pueblo con mi amiga Sandra. Una mierda de cafetería, ¡porqué no decirlo! Tanto
Sandra como yo recordamos con intensidad aquellos tres meses. ¡Pasaron
tantas cosas! Entre ellas y la más importante: que cobramos nuestro
primer sueldo, 50.000 pesetas, que nos repateamos en las rebajas, ¡¡¡jajajaja...!!!
Y entonces un restaurante, el Tiberius, llamó a
mi puerta. Estaba en Sabadell, ahora ya no existe, como todo: pasó a la historia. Me lo pasé en grande
trabajando allí. Conocí al que sería el amor de mi vida, Albert. Me
enamoré como nunca antes y posiblemente como nunca después. Aunque todo resultó ser un fiasco después de miles de peleas durante tres
años, pero no puedo negar que lo que viví con él me volvió loquita de
amor...;)
A partir de aquella "rotura de corazón", decidí que lo
único que quería hacer era acabar la carrera y marcharme de España.
Necesitaba conocer gente nueva, vivir nuevas experiencias, aprender
inglés por ejemplo, y así lo hice.
En 2006 terminé la universidad, después de leer
montones de leyes y artículos de leyes, marché con Clara, una amiga de
aquel entonces y a la que en estos momentos, sinceramente, no me apetece
hacer más mención que esta. Viví lo que titulé: "La locura holandesa". Un
año lleno de THC, cerveza, amistades, trabajo y fiestas varias con
drum&bass. Allí conocí a Tiago, una de esas personas especiales que se cruzan en tu camino. Yo tengo este tipo de pensamiento utópico en el
que me gustaría poder meter a aquellas personas especiales que tienen un
lugar singular en mi corazón en un saco, y llevarlos allí donde yo voy, para que siempre estuvieran conmigo. Así sería mi mundo ideal, no
como el de Huxley ;)
Un año más tarde aproximadamente, íbamos
rumbo a Tailandia, Tiago y yo, allí viviría un cúmulo de sensaciones
que, la verdad, hicieron que mi manera de pensar y de conducir mi vida
cambiara bastante. Lo más importante es lo bien que me sentí viajando sola. En un
momento determinado Tiago y yo nos separamos y nos fuimos encontrando a
lo largo del Sureste Asiático. La libertad estaba en la punta de mis
dedos, en la punta de mi nariz, de mi boca, disponible para cualquier
beso inesperado; en mis sentidos, disponibles para cualquier
experiencia. Una bofetada de libertad y tolerancia. Sentí como si el
mundo se abriera, me ofreciera un montón de posibilidades, infinitas,
tantas como yo quisiera crear o soñar. A partir de aquel entonces, nunca dejé
de viajar. Mi carácter cambió, mis preferencias cambiaron. Ya no quería
ser abogada, estar metida en una oficina todo el día lidiando con
divorcios y comunidades de vecinos; ya no quería tener dinero ni un
marido ni hijos, solo quería escapar, sentir que soy libre, que no soy
de nadie, absolutamente de nadie. ¡Que soy un pez! ¡Ah!, y mencionar que lo de ser fiscal, brillante idea allí donde las haya, se esfumó de mi cabeza justo al empezar la carrera y asustarme al ver todo lo que tenía que estudiar para pasar las oposiciones. ¿Cómo es la vida, ai qué ver! Hoy quiero y mañana ya no quiero...
Conocí a diversos sujetos, sujetos de esos de los que te enamoras
y ya no vuelves a saber más porque cada uno vive en un país diferente. Es algo imposible, imposible por muchas razones. La gente piensa que el
amor no tiene fronteras, que da igual donde te enamores y de quién, que
si hay amor todo puede continuar, pero yo tengo mucho que objetar sobre eso. Aunque mejor dejamos el tema para otro día. Conocí lugares nuevos, culturas
nuevas, historias nuevas. El placer de la lectura cuando viajas es algo
incomparable. Lo mucho que llegas a apreciarla, lo mucho que llegas
a aprender y sobre todo en mi caso, a imaginar. Aunque si bien es cierto que no necesito viajar
para leer un libro porque cada vez que cojo uno, mi mente viaja, viaja
allí donde el libro me lleva. Aprendí mucho de
personas que me alimentaron durante aquellos días, personas que llenaron
mi alma, bocas desconocidas, bocas de las que salieron palabras, frases o
besos que pusieron un granito en mi constitución actual. Me hicieron lo
que soy, porque todos hacemos que alguien sea algo, todos aportamos
algo a aquellos que vienen a nuestras vidas. La vida es un intercambio
de muchas cosas, empecemos diciendo: un intercambio de palabras.
Sentí
que no quería volver a casa, si hubiera tenido dinero hubiera
continuado viajando, y lo mismo haría ahora mismo, salir de esta
oficina e irme directa al aeropuerto en busca de alguna novedad. ¿Qué haríais si os tocara la
lotería? Yo siempre pensé que iría de cabeza al aeropuerto, porque lo que me incomoda es la rutina, la monotonía. Adoro el placer de sentir que desconozco y que quiero conocer. Es como adorar algo que no tienes pero que quieres conseguir. Digamos que muchas personas se quedan en el intento, quieren pero no hacen nada por conseguirlo. Yo haría cualquier cosa por conseguir aquello que me satisface, que me da placer.
Volví a casa por mi familia, por supuesto
quería verles, y siempre quiero verles, aunque nunca esté por tierras
catalanas. Y cuando digo familia también incluyo mis mejores amigos, aquellos que siempre están ahí. Me gustaría que "mi familia" estuviera en ese saco y que fuera
allí donde yo voy. Quizás este pensamiento a la vez que utópico es
hipócrita, pero así soy yo. "Lo mío pa mi saco" ;)
Desde aquel
viaje nunca más pude parar de viajar y de pensar dónde sería el
siguiente destino, y lo más importante: cuál sería el siguiente objetivo.
En la vida tenemos que fijarnos objetivos y poco a poco ir
satisfaciéndolos. Es la manera en que uno se siente realizado, siente
que la vida le da un golpecito en la espalda y le dice lo bien que lo ha
hecho, y lo bueno que es haciéndolo. Bueno, esto a veces, no siempre ;).
El objetivo que no logro fijarme es el de encontrar un hombre con el
que compartir mi vida y crear una familia. Por mucho que quiera imaginármelo, ¡es imposible! En cambio, pienso en seguir viajando:
California, Berlín, Lisboa, África... Me chiflaría conocer ese continente...
Y
no sé, desde aquella relación con Albert nunca más fui capaz de
mantener otra relación larga, lo máximo 8 meses con otros dos chicos. Pero sinceramente, no me
importa, porque así, siendo soltera y amante de muchos, me siento la
más feliz del mundo mundial. Lo único que me jode es no poder darle un
nietecito a mi mama, pero vaya, la vida es así, unos hacemos a otros y
ellos se hacen así mismos. Esto es lo que no debemos hacer: esperar de las personas,
ni siquiera de nuestra familia. Lo malo es tener expectativas,
esperar de todo y de todos. No esperéis, no hagáis nada pensando en que
recibiréis aquello que queréis, porque no es así y nunca lo será. Uno
viene solo al mundo y se va solo. Uno es libre de hacer siempre lo que
le plazca y cada situación, cada momento, es un cúmulo de relaciones,
vivencias, asociaciones o sentimientos que nos pueden hacer reaccionar de
diferentes maneras, maneras que aunque a veces nos lleguen a sorprender, son igualmente justas.
Hoy
me pasaría el día escribiendo, escupo palabras a diestro y siniestro, y no quiero ni pensar el dolor de muñeca que tendré después de
darle tanto al teclado. Quizás debería plantearme escribir, aunque no
creo que tenga talento. Quizás debería intentarlo. Quizás es solo un día
intenso lleno de vibraciones. Últimamente siento demasiado con todo,
como si estuviera en medio del océano y las olas me llevaran de un lado
para otro. Estoy removida, conmovida, con un remolino dentro. Amo
demasiado, pienso demasiado, duermo demasiado, leo demasiado...quizás
debe ser eso, la lectura ;)
Hace semanas que no hago deporte, que
no toco nada de música, que ni siquiera escucho música, excepto ayer y
hoy. Y en medio del camino, más de uno o dos sucesos extraños, no hay
que decir paranormales, pero sí decir que son de aquellos que te dejan
atontada, que no sabes porqué te pasan y que hacen que te cuestiones
muchas cosas. Causalidades, casualidades, coincidencias, energía, física
cuántica. Todas estas cosas...;)
Espero que os haya gustado Quizás sigo más tarde.
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